Monday, August 1, 2011

Fredy Miller: realidad y leyenda

Por Jeannette Miller

La imagen de Fredy Miller se diluye en mis años adolescentes. Entonces su figura era un ir y venir sin garantías, la alegría de una sorpresa con la que no contábamos aquellos ratos en que él disponía de tiempo, más para su madre que para nosotras, sus tres hijas hembras, las únicas que el destino Ie proporcionó y que formaron parte de su historial de anhelos no satisfechos.

Cuentan que cada vez que Ie nacía una hija y no llegaba el esperado varón se entristecía tanto, que nos iba a conocer cuando ya teníamos los ojos abiertos. Sinembargo, la fidelidad a lo que no se tiene nos llevó a idealizarlo hasta el punto de que todavía hoy no estoy segura de quién era en realidad.

Sus amigos decían que era un bohemio, que su voz adormecía los corazones de adolescentes y mujeres maduras a las que remataba con un papel amarillento don­de colocaba dos o tres versos diciéndoles que eran las protagonistas del texto. Su madre, Julieta Otero, afirmaba que era buen hijo: solidario, tierno, generoso ... Aunque nunca contamos con él para la vida cotidiana, ella llenó esos vacíos con un cariño incondicional, y a través de su visión amorosa, nos dedicamos a construir una imagen llena de cualidades y carismas, nimbada por el martirologio de hijo de divorcio y padre ausente, patrón que marco su vida y también las de nosotras, por aquello del marco existencial que uno repite de manera inconsciente y que los que creemos en Dios llamamos "heridas sin sanar. .. "

Durante los pocos años que vivió en el hogar, me sorprendía su voz ronca y afinada entonando tangos y milongas a la hora del baño. Tampoco olvido aquellas noches en que cocinaba para sus amigos vestido de chef, ni los viajes que hicimos a las playas del Este donde iba a pescar chillos y carites que nunca vi, y que sinembargo, conservo intactos en la memoria. Ni qué hablar de cuando curaba su espalda en carne viva después de todo un día de sol y de salitre, poniendo un gran esmero al untarle los ungiientos para que no Ie doliera.

Sí, Fredy Miller fue un padre ausente a quien realmente conocí en los ultimos años de su vida y en los primeros de mi adolescencia. Una figura corpulenta que ladeaba la cabeza al caminar, lo que Ie aportaba un aire de vulnerahilidad y de ternura que todavía define la idea que conservo de él.

Más que un padre fue una persona con la que me gustaba estar. De él recibi lecciones precisas para la escritura y algunos criterios que me formaron para la vida: piedad, conmiseración, solidaridad, pero ante todo, "decir siempre la verdad, porque la mentira no es parte de nuestra memoria".

Una vez le oí afirmar que peor que el hambre física era el hambre del intelecto; sus ideas calaron en mi manera de ver el mundo, conformando mi escala de valo- res, y en consecuencia, mi selección de vocaciones Crítico, disidente, sensible ... reunía las condiciones para ser artista, y lo fue: desde cantante de tangos hasta autor de monólogos televisivos; desde articulista de periódico, hasta poeta y narrador.

Dejó dos libros de cuentos: Almanaque literario de mi mundo, (1946) y Cuentos Color Sepia, (1957); y uno de poemas Voces Intimas, (1954). Sinembargo, los prime­ros números de la revista La Poesía Sorprendida dan cuenta de la lectura de los cuentos poéticos de Fredy Miller pertenecientes a su libro YED.1 Igualmente, su amigo entrañable, Manolo Quiroz, dice recordar que había escrito o estaba escribiendo una novela con el título Yo fui negro en Estados Unidos.

Amigo de Franklyn Mieses Burgos, de Gilberto Hernández Ortega y de Eugenio Fernández Granell, participó con los grupos de La Poesía Sorprendida y con la bohemia dorada de la década de 1940, en que dominicanos y europeos intercam­biaban de manera dinámica y critica, sentando las bases de nuestra modernidad literaria y artistica.2

Pero más que eso fue un bohemio de verdad, de amaneceres con tragos y guitarra compartidos con Hector J. Díaz, Ramón Lacay Polanco, Manolo Quiroz, Gustavo Guerrero, y otros que todavía lo recuerdan con los ojos aguados, y que no se cansan de testimoniar su amistad en textos esclarecedores que aparecen en los diarios locales por las fechas aniversarias de su desaparición.

Fue coeditor de la revista Ágora junto a Freddy Prestol Castillo y Franklyn Mieses Burgos. 3 La publicación, que alcanzó pocos números, incluía trabajos de los escritores dominicanos que como él, habían bebido de los modos modernistas y recién se aventuraban en el automatismo sicológico del surrealismo y en la oscuridad del ser que planteaban los existencialistas.

La teoría del absurdo presente en sus primeros cuentos de 1946, recuerdan la prisión sicológica de los textos de Kafka. Tema que también aparece en Poema del loco aburrido (1942) y en el personaje creado para el programa televisivo Confesio­nes de un viejo loco que interpretaba Liliano Angulo. En el otro extremo, abordó los sufrimientos del amor imposible en La noche pensó en nosotros (narración), y en Que como estoy, uno de los poemas más difundidos de su producción. Pero es el nivel de su prosa en Cuentos color sepia, donde plantea el drama de la vida del campe­sino y de la campesina que emigran a la ciudad, lo que le obtiene el reconocimien-

to como excelente cuentista.

Desde muy joven se caracterizó por una vida productiva. Pionero en la producción y dirección de programas de radio y televisión (HIZ, La Voz Dominicana) fue también uno de los primeros en diseñar campañas de publicidad para distintas firmas comerciales.

Despues de los treinticinco afios se Ie detectó diabetes y aunque esa condicio­nante lo hizo vivir con un poco más de rigor, su pasión por el mar y la pesca se acrecentó.

Nunca fue partidario de la dictadura de Trujillo, pero sus ideas iban más allá del sólo rechazo al régimen: Fredy Miller se identificaba con los de abajo, con las clases desposeídas; tenia una sensibilidad social que lo llevó a escudriñar sobre las ideologías socialistas y a identificarse con algunos de sus postulados. Muchos afirman que este fue el principal motivo de su muerte. En múltiples ocasiones manifesto sus críticas a la situación en que vivia el país con la ironía que lo caracterizaba. Sus textos Poema del loco aburrido, Maria Lunera, Hay muchos hombres en la calle ... son ejemplos de su oposición al régimen y de su preocupa­ción por los más pobres.

El 5 de mayo de 1959 salió a pescar con su compafiera de entonces, Julia, una tía y dos sobrinos de ésta. Distintas informaciones han coincidido en que la embar­cación fue ametrallada por órdenes del general Ramfis Trujillo, hijo mayor del dic­tador y en esa época Jefe de la Aviación Militar Dominicana. Lo cierto es que nunca aparecieron rastros de ellos.

Esta situación unida a su mentalidad avanzada que seguía con entusiasmo la conquista del espacio, dieron pie a la leyenda de que se lo habían llevado los extraterrestes.

En 1973, en medio de la convulsión ante una tercera reelección de Joaquín Balaguer, un vendedor de productos farmacéuticos fue interceptado en una carre­tera del Sur por unos hombres altos vestidos con mamelucos brilantes, y el que habló con él afirmó que venía del espacio sideral identificándose como Fredy Miller. Aunque el interceptado admitió que nunca habia conocido a Miller y que no podía establecer la comparación, la bola corrió y a partir de entonces la lógica dio paso a la leyenda... La cruda realidad sobre qué había sido de sus cuatro acompañantes (dos mujeres y dos niños) no tuvo cabida ante la variedad de versiones surgidas. Periódicos, noticieros y una secuela posterior de fantasía, de buenas y malas voluntades, Ie ha dado forma a un personaje de leyenda, que probablemente nunca existió.

Casi 30 años después, el 2 de julio del 2002, el periódico El Caribe informaba sobre un libro que incluía datos sobre los asesinatos cometidos por un sicario de la dictadura trujillista y entre ellos se encontraba el nombre de Fredy Miller.4

Hoy, a cuarentiséis afios de su muerte, estamos sacando a la luz lo que verdade­ramente quedó de el: sus escritos.

Inexplicablemente Fredy Miller no aparece en la mayoría de las antologías so­bre literatura dominicana, probablemente por el número limitado que tuvieron las ediciones de sus libros. Aunque me inclino a creer que el carácter de denuncia de sus textos, unido a su temperamento bohemio, y a una actitud mordaz y critica que no hacía el juego a los que ejercían el poder político y literario de entonces, ha tenido mucho que ver.

Pero eso no importa. Los dominicanos vivimos en una constante búsqueda de valores y definiciones de lo que somos y hemos sido, de qué ha permanecido válido para un pueblo sobreviviente y contestatario en esencia, de qué es realmente significativo para seguir edificando ese esqueleto incompleto que resulta ser nues­tra identidad.

Ese parámetro de replanteamientos y cuestionamientos nos coloca en un asom­bro permanente donde los halIazgos y las injusticias, que todavía están a la orden del día, no sorprenden a nadie. Estas condicionantes nos abren a reconocer los valores olvidados, los méritos escondidos, como parte de una memoria subyacente y poderosa que al cabo de los años siempre hace justicia.

Fredy Miller forma parte de esa historia reciente aún no develada. Sin embargo, los que han tenido acceso a sus escritos, como Rafael Damirón, Ramon Lacay Polanco, Marcio Veloz MaggiolIo, Miguel D. Mena y Ángela Hernandez, lo catalo­gan: unos, como "el más talentoso poeta de sus contemporaneos" (Rafael Damiron); otros, como "un maestro del género" (Miguel D. Mena), y a sus cuentos como "joyas literarias" (Marcio Veloz Maggiolo). 5

Lo importante es que por fin aquí están los tres libros que de manera empecinada publicó y otros textos encontrados después de su muerte. Con ellos Fredy Miller deja por fin atrás ese color sepia que ha envuelto sus escritos, y probablemente, a partir de ahora su obra y su vida se inserten en los estudios de la literatura nacional, ocupando el merecido espacio que desde hace tiempo, se han ganado.

Notas:

1. La Poesia Sorprendida. Colección Completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana, Santo Do­mingo, República Dominicana. 1974.

2. "En el ambiente acogedor de la familia Prats se continuaron las tertulias culturales que se habían iniciado en la casa de Vela Zanetti, en las que participaban las más destacadas figuras de la literatura y del arte: Dario Suro, Erwin Walter Palm, Fredy Gatón Arce, Franklyn Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatín, Fredy Miller y otros intelectuales de la época." Maria Ugarte. Prats- Ventós 1925-1999. Colección Banco Popular Dominicano. Editora Amigo del Hogar, diciembre del 2001, Santo Domingo República Dominicana.

3. Ver Iván Alfonseca. Antología biográfica. La juventud de Santo Domingo en la poesía contempo­ránea (1492) y Ramón Lacay Polanco Fredy Miller, un personaje de leyenda ... Programa radial Radar del Mundo #2, Radiotelevisión Dominicana, diciembre de 1972, cuyo texto se reproduce en las páginas 163, 164 Y 165 de este libro.

4. "Edith Febles. El confeso matón narra en un libro su historia de sangre. El Caribe, martes 2 de julio del 2002, sección Impactos, Pág. 3.

5. Ver Prólogo a Voces intimas por Rafael Damirón, Fredy Miller saliendo del color sepia por Miguel D. Mena y Fredy Miller y sus cuentos color sepia por Marcio Veloz Maggiolo.

1 comment:

Anonymous said...

Buenas tardes Sra. Miller. ¿Cómo podría adquirir su magnífico libro: “Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano: Cronología del arte dominicano: 1844-2005”?.

Tengo excelentes referencias de él.

Atentamente,

Oli Bichell